
De manera frecuente, cuando las cosas no salen como nos gustaría, tendemos a caer en pensamientos negativos y en la queja. Da igual el área afectada: laboral, social, familiar, pareja, etc. Lo que está claro es que la queja suele provocar que nos sintamos aún peor.
Entrar en este círculo vicioso hará que veamos la situación cada vez más difícil y grave, alimentándola diariamente con estos pensamientos negativos. Frecuentemente, en consulta, explicamos a nuestr@s pacientes el efecto que la queja tiene en su vida: este tipo de pensamientos tiene una carga emocional tan intensa que hace que el cerebro acceda fácilmente a ellos y sea, incluso, hasta gratificante para el propio cerebro (ya que está diseñado, precisamente, para conectar pensamientos rápidamente). Quedan así reforzadas ciertas redes que hacen que la persona sienta que es difícil salir del “modo queja”.
Sin embargo, existe una alternativa capaz de transformar positivamente nuestro estado de ánimo: la gratitud. Ésta no se instala en nuestras vidas sin más, es necesario ejercitar de manera consciente este modo de ver la vida.
Diversos trabajos científicos, impulsados por Robert Emmons y Michael McCullogh, de la Universidad de California y la de Miami respectivamente, relacionan la gratitud con el bienestar. En uno de sus estudios demostraron cómo las personas que entrenan el agradecimiento pensando en aquello por lo que están agradecidos se sienten mucho mejor que quienes se centran en lo que les molesta. El motivo está relacionado con el efecto que generan estas sensaciones en nuestro cerebro. El agradecimiento estimula el hipotálamo, que regula el estrés, y el área tegmental ventral, que juega un papel importante en el sistema de recompensa del cerebro produciendo sentimientos de placer. Por eso, la gratitud nos ayuda a sentirnos mejor con nosotros mismos, incrementa nuestra autoestima y la percepción de salud.
Tal y como mencionábamos anteriormente, la gratitud no es una emoción fija, sino que necesita ser desarrollada. Para ello, proponemos dos sencillos ejercicios, según plantea Juanjo Fraile en La magia de la gratitud (Alienta, 2020).
1. Construye tu altar personal de la gratitud. Debes tener presente que aquello que agradecemos es una de las claves para comenzar a cambiar nuestro estado de ánimo. Para ello, Fraile sugiere que seleccionemos personas, circunstancias o cosas importantes que nos hayan sucedido en la vida y de las que estemos sinceramente agradecidos. Propone que a continuación hagamos un collage con todas ellas, les tomemos una foto con el móvil y la utilicemos como nuestro fondo de pantalla. De ese modo, cada vez que encendamos el teléfono podremos ver la imagen y agradecer lo que representa. El autor recomienda incluirnos en dicha selección. La gratitud debe comenzar en uno mismo.
3. Tu diario de gratitud. La propuesta de Fraile se inspira en las investigaciones de Emmons y McCullogh. Sostiene que, para alcanzar el objetivo, hay que comenzar a trabajar en ello desde la mañana, de esa manera empezaríamos la jornada con buen pie. Todos los días debemos levantarnos cinco o diez minutos antes de lo habitual y rememorar en un cuaderno especialmente seleccionado todo aquello que agradezcamos de lo acontecido el día anterior. De ese modo vamos construyendo un diario que nos ayuda a iniciar nuestra tarea de quedarnos con la parte amable de las experiencias vividas.
Extraído y adaptado de: https://elpais.com/elpais/2020/07/13/laboratorio_de_felicidad/1594624569_084845.html