La falta de información adecuada tras las primeras crisis de ansiedad es uno de los motivos por los que dichas crisis llegan a convertirse en un importante problema. En esta entrada, intentaremos dar una breve explicación que consiga aclarar algunas cuestiones claves en la comprensión del problema, para tratar de ayudar a reducir la gravedad y cronicidad. Este tipo de explicaciones es el marco desde el que comenzamos a trabajar en consulta cuando acude un paciente con problemas de crisis de ansiedad: damos un contexto y una explicación a partir de la cual empezar a afrontar, hacer cambios y mejorar.

¿Por qué ocurren las crisis de ansiedad?

Hay que tener en cuenta como punto de partida que las crisis de ansiedad suelen ser un “síntoma” de otros problemas  no resueltos, por ejemplo: dificultades en el manejo de las relaciones sociales, mantenimiento de relaciones de pareja tóxicas o abusivas, niveles de trabajo agotadores, etc. El elemento común que tenemos que tener en cuenta es la vivencia de un estrés personal elevado.

El segundo elemento que hay que meter en la ecuación son los antecedentes familiares: tenemos que entender que, por un lado, se heredan ciertas características físicas relacionadas con la reacción ansiosa, pero también se aprende a vivir y ha relacionarse con los síntomas de la ansiedad.

En tercer lugar, un componente necesario para que se dé la crisis de ansiedad es alguna información que facilita la interpretación catastrófica de las sensaciones corporales. Por ejemplo: “oí que tuvo un dolor fuerte en el pecho, y lo ingresaron prácticamente muerto de un infarto”.

Este último aspecto es clave en el mantenimiento de las crisis de ansiedad.  Cuando aparece la crisis, casi siempre supone una sorpresa, entonces ¿cómo interpretar lo que está pasando?

Si los síntomas son poco intensos, suele bastar con una explicación tranquilizadora: “me habrá sentado mal algo que he comido”, o “aquí hace mucho calor, salgo fuera para que se me pase”. Pero, si los síntomas son muy intensos, probablemente sólo encontraremos explicación en algo muy grave: “me está dando un infarto”, “me está dando un derrame”, “me estoy volviendo loco/a”. La interpretación es lo que me digo que está pasando.

Teniendo en cuenta el esquema, si hacemos una interpretación alarmante (o catastrofista) de la sensación física de activación que estamos sintiendo, la emoción que sentiremos es el miedo. Éste, a su vez, pone en marcha el sistema de alarma que, de forma natural, tenemos en el cuerpo para ponernos a salvo de los posibles peligros que puedan surgir. Sin embargo, activar este sistema se alarma conlleva que las sensaciones (palpitaciones, sudoración, respiración acelerada, etc.), lejos de disminuir, aumenten. Lo que, a su vez, confirma el pensamiento catastrofista y aumenta el círculo que finalmente hace que la crisis de ansiedad ocurra.

Por tanto, la idea clave que es fundamental tener en cuenta para entender y, por tanto, empezar a trabajar para evitar las crisis de ansiedad es que la mente está interpretando la realidad de forma errónea y, como consecuencia, dañina. Se siente cualquier sensación extraña y automáticamente se piensa e interpreta como algo dañino, peligroso e incluso mortal. El trabajo comienza por entender que estos pensamientos automáticos nos están dañando y que se pueden modificar. Igualmente nos parece importante tener en mente como punto de partida el hecho de que la ansiedad es desagradable y molesta, pero no es peligrosa.

Partiendo del marco del funcionamiento del problema, podemos empezar a trabajar en la solución. Si crees que estás teniendo crisis de ansiedad y quieres que te ayudemos a trabajar en ello, ponte en contacto con nosotras, en el Centro de Psicología Marta Loriente podemos ayudarte.

Extraído y adaptado de “Dominar las crisis de ansiedad. Una guía para pacientes” de Pedro Moreno y Julio C. Martín.

Comprendiendo las crisis de ansiedad
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